sábado, 13 de noviembre de 2010

Tren Fugitivo

Cierto día, hace unas cuantas vidas atrás, unos solos de guitarra y una frase de una cancíon que estos acompañaban ("but love is lost like a runaway train", "pero el amor se ha perdido como un tren fugitivo") me indujeron al sacrilegio de querer escribir una hitoria que tuviera que ver con eso: con un amor perdido amparado en la figura de un tren. Confieso que me emocionaba más lo segundo que lo primero, tengo una relación de años con los trenes, forman parte de mi historia, algún día escribiré algo sobre eso. Lo cierto es que a partir de esa línea, imaginé una estación como la de mi pueblo, una noche fría, la luz enceguecedora de la máquina rompiendo la bruma... y todo lo demás que con muy mal oficio plasmé en unas cuantas líneas. Y acompañé eso con cierta angustia silenciosa pero desesperada que me inspiró el fatal solo de guitarra de Eric Clapton al final de la canción. Todo ese último minuto en donde el teacher sacó de donde no tenía para ponerme el alma de gallina, la piel china y el corazón con agujeritos de una manera estremecedora... Con todo eso armé un relato que no llega a historia, es la crónica de una noche que resume veinte años, que pone fin a algo que nunca existió pero que pudo haber sido si alguien hubiera bajado de ese tren. La única condición que me puse fue que mi no-historia debería poderse leer en el tiempo que dura la canción, y que el climax llegara junto con la guitarra, que se va insinuando en toda la canción pero que estalla en los últimos cincuenta segundos. Ah, por cierto, el que canta es Elton John, pero eso es lo de menos... :).
Volví a escuchar la canción ahora, haciendo antropología en mi ipod, y me acordé de todo lo demás, por eso lo quise rescatar...


TREN FUGITIVO

"Llegué casi puntual, cinco antes de la medianoche. La luz que anunciaba el último tren ya desgarraba la oscuridad en dos: antes de ti y después de ti. La formación todavía tardaría unos minutos en llegar, pero las luces siempre pervierten el espacio engañando la real distancia que nos separa de lo que esconden tras de sí.
Me lo explicaste una tarde cuando decías que la luz de las estrellas era la huella mentirosa de una enana muerta en un espacio tan enorme y por eso mismo tan absurdo que jamás abarcaremos. Entonces comprendí que te estaba perdiendo y que tu luz en mi memoria sería la burla de tu propio espacio inabarcable, de tu distancia infinita.
Y esta noche, de pie en la estación, esperando bajo la lluvia, especulé con un improbable ‘quizás’ para imaginarte detenida, no ya viajera eterna, no ya perdida. En el bolsillo izquierdo del gabán cerré el puño sin respeto ni cuidado sobre la carta que escribiste hace exactamente veinte años, la misma en donde precisaste la fecha del reencuentro para hoy. Y casi con desesperación me aferré a ella para no quedar suspendido en el vacío de mi temor; para no atreverme siquiera a imaginar otros veinte años sin la esperanza de una carta como esa. Y sin ti.
Encendí un cigarro y con la primer voluta de humo dibujé tu inicial. La segunda se deshizo sin decirme ni siquiera adios, igual que tú cuando decidiste hace tanto tiempo que éramos demasido jóvenes para amar hasta morir.
El piso de cemento mal emparejado del andén se cimbró de pronto y con él la noche y la lluvia. Cimbrón de frío, de miedo. De ti. Aventé a los rieles la colilla agonizante al tiempo que la última campanada cerraba todo tránsito de silencio en esta noche que se anunció hace miles en un papel. El andén se colmó de humo y de un resplandor enceguecedor que grabó sobre la noche el relieve de todas las gotas de toda la lluvia de todos los cielos y de todos los llantos, aún los que jamás me pemitiría. Ni siquiera por ti.
Pero estaba escrito en el apócrifo brillo de tu carta que te encontrabas tan lejos y esta falsa cercanía de una fecha señalada hizo más doloroso el engaño. La mano se jugó prolijamente y al cabo alguien recogió las cartas, incluso la mía, la nuestra, ésta que la noche me roba ahora del bolsillo para arrojarla sobre la colilla que aún humea resistiendo la lluvia y en donde agoniza el fuego que arde con todas las mentiras. Y que surge de la nada y nuevamente para convertir en cenizas la carta con la que me tocó perder otra vez, en este andén vacío de todo menos de mí. El mismo andén que va despidiendo con indiferencia al tren del que nadie bajó.
Procuro evitar el silencio y la oscuridad de la noche que me envuelve de pronto mientras camino de regreso a ningún lugar. Intento silbar alguna melodía fatal pero me ahoga el humo, el frío y la sombra helada de un recuerdo futuro que ya jamás inventaremos. Y vuelvo a recordar que cuando nadie parecer tener las respuestas, el amor puede acabar con todas las preguntas.
Pero ahora el amor se ha perdido como un tren fugitivo."

Mariano Pedrozo
7 al 12 de Enero de 2005

(N. del A.: gracias a Bernie Taupin por la línea ‘but love is lost like a runaway train‘ -del tema homónimo interpretado por Elton John- que me dio la idea para esta historia y a los increíbles solos de Eric Clapton en esa canción, que me contagiaron toda la ansiedad, desolación e intensidad necesarias para llevarla a cabo. Mi única y malograda intención luego de una semana de trabajo estéril fue la de convertir en palabras todo el dolor de esa guitarra desesperada. Frustrado el intento, esto fue lo que quedó…)



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